sábado, 21 de febrero de 2009

Está tan difícil en EU que “los mismos patrones nos deportan”: migrante

Por la recesión, miles de trabajadores regresan a México mientras remesas cayeron por primera vez en décadas.
Dpa
Publicado: 21/02/2009 11:12

Teopisca, Chis. Hasta que llegó la crisis, Abelardo López, un campesino del sureño estado mexicano de Chiapas, trabajaba como jardinero en un campo de golf en Phoenix, Arizona.

Ganaba diez dólares por hora por encargarse de podar el césped, regarlo y brindar apoyo a la gente que participaba en torneos, pero, junto con otros 70 mexicanos, fue entregado a las autoridades migratorias para ser repatriado en medio de la recesión.

"Todo estaba bien hasta que los patrones nos dijeron que ya no habría trabajo por la crisis económica y que teníamos que retornar a México", contó a dpa el campesino en su pueblo natal, Teopisca. "La situación laboral para los migrantes está muy difícil en Estados Unidos y los mismos patrones nos están deportando".

Teopisca es un pequeño poblado situado en la región de Los Altos de Chiapas, unos 100 kilómetros al oriente de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado.

La recesión económica estadunidense ha obligado a miles de trabajadores a retornar a sus aldeas indígenas en Chiapas y a otras partes de México, y ha causado una caída sin precedentes de las remesas, el dinero que los migrantes envían a sus familias.

Según cifras del Banco de México, las remesas bajaron 3.6 por ciento en 2008 con respecto al año previo, para totalizar 25 mil 145 millones de dólares. Nunca antes, desde que comenzó a llevarse un cálculo en 1995, el crecimiento de las remesas se había detenido.

En 2007, que cerró con llegadas de dinero por 26 mil 076 millones de dólares, se desaceleró el ritmo pero, de todas maneras, las cifras aumentaron 2 por ciento.
Esta vez, las remesas se desplomaron, en especial en los últimos dos meses del año: 10.8 por ciento en noviembre y 9.8 por ciento en diciembre. Autoridades mexicanas y organismos internacionales anticipan que en los próximos meses seguirán cayendo.

"Ahora que estoy aquí, voy a buscar a qué me dedico para sostener a mi esposa y a mis tres hijos, pero veo que también aquí no hay trabajo y la situación es crítica", lamentó el campesino, de unos 30 años.

López cuenta que en Arizona, estado del que fue gobernadora la actual secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, las autoridades realizan operativos contra migrantes en centros de trabajo y en las calles.

En una caseta telefónica, mientras espera turno para comunicarse con amigos que dejó en Estados Unidos, López afirma que con el dinero que ahorró alimentará a su familia mientras consigue trabajo. Por lo pronto, ayudará a otros campesinos a levantar la cosecha de maíz y frijol en Nuevo León, una pequeña aldea ubicada en la parte baja de Teopisca conocida por los lugareños como "tierra caliente".

El “sueño americano” se le esfumó, y en México tampoco hay trabajo suficiente. Desde noviembre se han perdido unos 500 mil puestos de trabajo formales en todo el país.

Con sentimientos encontrados, contento porque está con su familia y triste y frustrado por ver truncado su sueño, el campesino dice que tiene la esperanza de que las cosas mejorarán para volver a Estados Unidos.

Fuentes oficiales revelaron que miles de indígenas y campesinos de las regiones Central, Sierra y Altos de Chiapas han regresado a México después de perder sus empleos.

Ahora buscan desesperados trabajar en parcelas agrícolas, en la construcción o en el comercio informal. Si son contratados reciben raquíticos salarios por jornadas de trabajo de más de 12 horas y sin prestaciones laborales.

El obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, llamó a los campesinos repatriados a formar cooperativas para trabajar las tierras y a no quedarse en sus aldeas cuando no haya trabajo, sino salir a buscar empleo en zonas de México con mayor actividad económica.

"Pedimos que cada quien busque en su lugar maneras de organizarse para que haya una economía alternativa, por ejemplo formar cooperativas, sociedades de la gente sencilla del pueblo", afirmó. "Hay soluciones, pero hay que buscarlas, hay que organizarse, porque uno solo no puede. La organización comunitaria es una alternativa muy importante", aseguró el prelado.

El obispo contó que ha recibido testimonios directos de migrantes que están en Estados Unidos que le dicen que cada día tienen más problemas para conseguir trabajo.

Jorge López Arévalo, economista de la Universidad Autónoma de Chiapas, dijo a dpa que desde 2007 migrantes de Chiapas comenzaron a perder sus empleos debido a un desplome en el sector de la construcción en Estados Unidos.

"En 2007 la industria de la construcción en los Estados Unidos empieza a tener un descenso significativo derivado de la crisis inmobiliaria, que se agudiza en 2008 al golpear otros sectores", señaló.

Para Chiapas, 2006 fue el mejor año en remesas, ya que los migrantes mandaron 824.5 millones de dólares, cifra superior a la que genera en todo un año la producción agrícola del estado. Al año siguiente cayeron a 779 millones de dólares y, en 2008, a 702 millones.
La crisis ha golpeado especialmente a los sectores de la construcción y la manufactura en Estados Unidos, donde los trabajadores mexicanos tienen una mayor presencia relativa que en otros.

López Arévalo señaló que el descenso de las remesas coloca en una situación de mayor vulnerabilidad a las aldeas indígenas y a las familias de los migrantes porque tenían una gran dependencia de los envíos de remesas, parte fundamental de sus ingresos.

El economista ha constatado en su trabajo de campo el retorno de miles de migrantes. Al perder sus empleos en Estados Unidos, y sin reservas para el pago de vivienda y alimentos, necesitan volver a sus pueblos porque ahí, aun en condiciones de pobreza, tienen donde vivir.

Para López Arévalo, "algunos avances que se podían haber logrado en el combate de la pobreza se pierden y los indígenas y campesinos se vuelven más pobres". Durante años, dijo, las remesas "han hecho más que toda la política social del Estado mexicano".

Fuente: La Jornada, 21-02-09. Ver publicación original aquí

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