jueves, 12 de marzo de 2009

Entre la simplificación y el rigor

La expansión de la información económica en los medios de comunicación ha generado un creciente corpus de reflexiones sobre las luces y sombras del periodismo económico y su impacto en la vida pública. En ese contexto, adquiere especial sentido analizar las tensiones entre simplicidad y rigor que aquejan al ejercicio de esta especialización periodística.

Ángel Arrese
Vicedecano de Investigación, Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, España.

[aarrese@unav.es]



La década de los 80 cambió para siempre la co bertura de los temas económicos. El final del consenso keynesiano, la nueva embestida de las te sis neoliberales (impulsadas por el thatcherismo y los reaganomics) y la subsiguiente caída de los sis temas comunistas significaron la apertura de un nuevo período para la relación de los medios con la economía.1 El publicitado fin de las ideologías produjo que los mercados y los negocios pasaran a actuar como nuevos paradigmas de ordenación so cial e incluso política, lo que favoreció el boom de finitivo de la información económica.2

Desde mediados de los 80, la renovada con fianza en la iniciativa privada (que se manifes tó quizá mejor que en ningún otro símbolo en la cascada de privatizaciones) supuso una cierta democratización del poder económico: el deno minado capitalismo popular . Gracias a éste, mi llones de ciudadanos se convirtieron en inversores y emprendedores, con lo que se amplió extraordi nariamente el abanico de los destinatarios de las noticias sobre economía y negocios. Los mercados financieros pasaron a actuar como eje de la acti vidad económica, trasladando su carácter globa lizado al resto de los mercados. En paralelo, la revolución informática y de las tecnologías de la información convulsionaban el mundo de la co municación, completando un cuadro de condicio nes que cerrarían el siglo XX con un nuevo ciclo de bonanza económica y de fuerte crecimiento bursá til en la mayoría de las economías occidentales.

No es de extrañar que en ese contexto la información económica alcanzara su mayoría de edad.3 Además, las nuevas posibilidades tecnológicas fa vorecían que en el mundo de los medios se pasa ra de mercados masivos a mercados de nicho, lo que afectaba a todos los soportes, viejos y nuevos.4 Como consecuencia, la información económica superaba algunas de las limitaciones tradicionales que la habían retenido asociada casi completamen te a la información impresa; y dentro de ésta, como contenido menor en los grandes diarios y revistas generalistas.

Junto a una prensa económica cada vez más frondosa, en los años 80 y 90 también surgieron en muchos países canales de televisión especia lizados (algunos, como CNBC y Bloomberg, con vocación global), cadenas de radio económicas (como Intereconomía, en España, o Frankfurter Bu siness Radio, en Alemania) e infinidad de páginas webs y portales económicos en internet.

En lo que se refiere a los medios generalistas, la economía sobre todo los negocios y las finanzas pasó a ser contenido de importancia capital en la prensa de calidad, con lo que ganó autonomía y es pacio en secciones cada vez más extensas y com pletas. En estos años se produjeron remodelaciones profundas de secciones económicas en grandes pe riódicos: la ampliación de contenidos de Business Day (New York Times, 1995), la creación de una sección de economía familiar y finanzas personales en The Times (2000), la renovación de las páginas fi nancieras del Frankfurter Allgemeine Zeitung (1999) y la aparición de Corriere Soldi (Il Corriere della Sera, 1997), por citar algunos casos.

En la televisión y la radio, aunque de forma mu cho más limitada, ese nuevo peso de la economía se concretó en la creación de espacios y progra mas especializados autónomos, aparte de la habi tual sección económica de los informativos.

Con el cambio de siglo, a esa intensa presen cia de contenidos económicos en todos los me dios se uniría la polémica en torno a la cobertura informativa de escándalos como los de Enron y WorldCom, o fenómenos como la exaltación me diática de una Nueva Economía . Estos y otros acontecimientos han puesto en el primer plano de la actualidad profesional la capacidad de medios y periodistas para hacerse cargo con solvencia de las complejas realidades que conforman la vida económica, empresarial y financiera. También han intensificado los trabajos encaminados a analizar de forma más incisiva los efectos de los medios en los mercados de capitales y en el comportamiento de los distintos agentes económicos.5

Conocimiento experto, periodismo y sentido común

Michael Weinstein, economista y miembro del consejo editorial del New York Times, comentaba a principios de los años 90, en una conferencia ante la American Economic Association: Cuando mis colegas del New York Times utilizan la palabra académico , no están haciendo un cumplido; ellos quieren decir irrelevante . Y cuando mis antiguos colegas en el ámbito académico describen el tra bajo de alguien como periodístico , sin excepción quieren decir superficial .6 Esa tensión entre el conocimiento experto y el popular superficial ad quiere tintes extremos en un ámbito informativo donde casi todo el mundo tiene una opinión, un juicio, una forma de interpretar la realidad, y la impresión de que sabe lo suficiente sobre el tema. Keynes solía recordar que la economía era un tema difícil, aunque nadie se lo creyera.

Para abordar la complejidad de la actualidad económica, financiera y empresarial, se debe te ner en cuenta que hay tres procesos de simplifi cación que actúan conjuntamente en la actividad informativa que se ocupa de ella. En primer lugar, la simplificación propia del quehacer periodísti co, sujeto a todo tipo de limitaciones espacio-tem porales, profesionales y lingüísticas.7 En segundo lugar, la simplificación que deriva del carácter abs tracto del conocimiento económico, que para dar sentido a la realidad debe trabajar con ideas, con ceptos y términos que sintetizan, mediante mo delos y generalizaciones estadísticas, los actos y decisiones de una multitud de agentes económi cos. Por esto, no es lo mismo cubrir y evaluar los problemas laborales de un sector en reconversión, que tratar las condiciones del mercado del trabajo en su conjunto. De hecho, la realidad económica general puede ser muchas veces distinta e inclu so opuesta a la que experimenta particularmen te cada ciudadano.

Por último, como sucede también en otros ám bitos del periodismo científico, en la información económica el periodista tiene la obligación de acer car y hacer atractivos para los destinatarios unos asuntos de por sí grises, muchas veces excesiva mente técnicos y a menudo poco interesantes.

Paradójicamente, en el periodismo económi co este triple fenómeno de simplificación actúa sobre un tipo de información sujeta a especiales exigencias de rigor. Por su especial sensibilidad y por los efectos inmediatos que pueden tener en los mercados, las noticias económicas y sus expli caciones requieren la máxima pulcritud en el uso de términos, en la utilización de datos y, en gene ral, en cada uno de los elementos que las confor man. Como ha comentado Fink, la exactitud y el rigor son las primeras máximas de esta espe cialización .8 Ese rigor en la difusión de hechos y datos, en la interpretación conceptual y estadís tica, muchas veces se complica más en un ámbi to informativo en el que no existe consenso entre los especialistas sobre ciertos temas (por ejemplo, en algunas cuestiones de política económica),9 y en el que fuentes, analistas y expertos pueden ac tuar desde intereses particulares o de grupo que no son fáciles de desentrañar.10

Simplificaciones poco rigurosas del periodismo económico

Las tradicionales disputas entre periodistas y eco nomistas sobre la calidad de la información econó mica que publican los medios, o el desconcierto y el desinterés que muchas veces manifiesta el pú blico ante este tipo de contenidos, están basados a menudo en alguna o algunas de las siguientes ca racterísticas de las coberturas de esos temas. To das ellas constituyen soluciones inadecuadas a la búsqueda del deseable equilibrio entre simplifica ción y rigor que debe presidir el ejercicio de este tipo de periodismo.

1. Corto y largo plazos (o la economía del sube y baja ). Paul Krugman, en The Age of Diminished Ex pectations, comenta que las formas de escribir so bre economía se pueden dividir en tres tipos: los escritos en griego (textos teóricos, formales, con fuerte aparato matemático, de profesores e inves tigadores), la economía del sube y baja (lo que uno se encuentra en los medios de comunicación) y la economía de aeropuerto (la de los best sellers sobre economía y negocios, que pronostican de sastres o progresos extraordinarios, con humor y superficialmente, nunca con rigor).11 Según Krug man, ninguna de estas fórmulas consigue que el ciudadano normal interesado por estas materias se informe adecuadamente. Y es que, en el caso de los medios, la excesiva preocupación por el corto plazo, por el último cambio de un indicador o de una cotización bursátil, dificulta con frecuencia la interpretación de la realidad.

Mientras el interés periodístico está demasiado ligado a la efímera actualidad, el interés del cono cimiento experto precisamente se ocupa de lo que permanece, o al menos de lo que subyace en los cambios que se producen en su campo de análisis. En lo que respecta a la actualidad económica, esto tiene manifestaciones claras. Muchos especialistas han comentado que los medios de comunicación realizan un buen trabajo de micro-reporting , pero no de macro-reporting . La prensa, y en mayor gra do los medios audiovisuales, se ocupa en exceso del corto plazo, convirtiendo la actualidad econó mica en una sucesión de indicadores, cifras o aná lisis de coyuntura empresarial, que muchas veces ayudan poco cuando no entorpecen a la com prensión de los verdaderos mecanismos de funcio namiento de este ámbito. Estos mecanismos tienen que ver con el largo plazo: el análisis de las interre laciones entre indicadores y acontecimientos en el tiempo (procesos encadenados), más que informa ción sobre hechos aislados.12

2. Consecuencias directas e indirectas. Desde hace algún tiempo, en el estudio de los fenómenos eco nómicos tienen una importancia creciente las externalidades, los efectos secundarios, las conse cuencias inesperadas de la actuación económica de individuos, empresas o administraciones públicas. Sin embargo, en las noticias económicas habitual mente no se atiende a estas múltiples dimensiones de los fenómenos económicos: por lo común son analizados en forma simple, por sus causas y efec tos más evidentes.

Henry Hazlitt, en Economics in One Lesson (obra recomendable donde las haya para el periodista económico), comentaba a mediados del siglo XX que el arte de la buena economía consistía en ad vertir las consecuencias de una política económi ca no sólo para los directamente implicados, sino para toda la sociedad.13 Mutatis mutandi, esto mis mo cabe decir sobre el tratamiento periodístico de cualquier decisión económica, empresarial o finan ciera: siempre debe contemplar los efectos sociales, privados y públicos, más allá de las consecuencias directas en quienes protagonizan la noticia.

3. La categoría y la anécdota (realidades estadísti ca e individual). Una de las estrategias periodísticas más utilizadas para superar las barreras concep tuales y formales del tratamiento de muchos conte nidos económicos es buscar una historia de interés humano, un caso particular o un ejemplo llamati vo que refleje la realidad. Surge así el periodismo económico centrado en los personajes (los directi vos estrella en el mundo de los negocios, por ejem plo), en el análisis de casos particulares (grandes éxitos y fracasos, comportamientos inusuales en los mercados) o en la conversión en tema de actua lidad de decisiones individuales sobre inversión, ahorro y consumo (el periodismo de servicio, tan desarrollado en el ámbito de las finanzas perso nales). Las historias individuales, la personalidad de empresarios, directivos y empresas carismáti cas, el periodismo de declaraciones y de informa dores estrellas , y la búsqueda de lo sensacional compensan las abstracciones de modelos y siste mas económicos y empresariales. El problema se produce cuando este enfoque se extrema; enton ces es fácil que la información económica distor sione la realidad.

La virtud informativa consiste precisamente en equilibrar la personalización y la abstracción. En efecto, la búsqueda de protagonistas concretos en los acontecimientos económicos y la traducción de las noticias en consecuencias para la vida co tidiana del ciudadano han de adquirir sentido en el marco de fenómenos generales, representativos de la agregación de decisiones colectivas o institu cionales. Pasar sin más ni más de anécdotas a ca tegorías o tomar la parte por el todo es un peligro constante. En el otro extremo, presentar la econo mía como un conjunto de mecanismos y sistemas que se imponen necesariamente, desligados de la actuación humana, es una clara injusticia hacia la realidad. La rutinaria información sobre variables macroeconómicas, cuentas de resultados de com pañías o evolución de índices de los mercados, y su correspondiente interpretación teórica, debe adquirir vida con las historias personales que sub yacen tras ella.

4. Consensos reales e irreales (el mercado, los eco nomistas, los analistas). En un tipo de periodismo tan dependiente del conocimiento experto, del jui cio de quien sabe (por su competencia en la mate ria o porque es actor de la actualidad), el papel de determinadas fuentes de autoridad es clave para dar sentido a realidades tremendamente esquivas, susceptibles de múltiples interpretaciones. Pero valorar adecuadamente los juicios de autoridad no es tarea fácil, sobre todo cuando en esa valoración no se tiene en cuenta el contraste entre posturas distintas, a veces contrarias.

La economía no es una ciencia exacta. Tampo co pertenece al ámbito de las ciencias naturales, sino que plantea muchos de los problemas pro pios de las ciencias sociales. Pero, a la vez, proba blemente es una de las ciencias sociales que más se ha desarrollado desde el punto de vista teórico y metodológico; que más se ha acercado al supues to ideal de una ciencia pura, con ciertos niveles de complejidad formal que se apoyan en las ciencias exactas. Como resultado de esta especial natura leza, la ciencia económica se construye sobre un buen número de principios fundamentales, sólida mente establecidos desde el punto de vista cien tífico, cuyo conocimiento es indispensable para comprender muchos de los fenómenos que aconte cen en la sociedad. Al mismo tiempo (como sucede en otros ámbitos científicos), existen muchas áreas de discrepancia abiertas a la discusión y el debate, tanto académico como informativo.

Al tratar de mostrar interpretaciones variadas de la actualidad económica, los medios de comu nicación pueden dar la impresión de que todo es opinable, sobre todo cuando no es difícil encon trar visiones interesadas que defienden casi cual quier postura, al margen del consenso científico. En este sentido, por ejemplo, es habitual que echen mano de expertos de think tanks conservadores para abordar ciertos temas de actualidad, mientras otros acuden a think tanks liberales para explicar esos mismos temas.14 En el extremo, como sucedió recientemente con el escándalo del lobbysta Jack Abramoff en Estados Unidos, se puede descubrir que algunos especialistas cobran de terceros para poner sus conocimientos al servicio de intereses particulares.15

También se puede dar la situación contraria: que en temas donde no existe ese consenso, se in forme como si los expertos ofrecieran una expli cación única al respecto. No es extraño, en este sentido, encontrar referencias a la opinión de los expertos , los economistas , los analistas , etc., cuando en realidad ésas suelen ser las opiniones de alguno o algunos especialistas. En ocasiones, el éxito popular de ciertas ideas (como en los 90 con la Nueva Economía ) puede producir una cierta obnubilación con explicaciones simples y atracti vas de la realidad, cuya consistencia pasa a un se gundo plano.16

5. Lógicas económica y humana (economicismo y humanismo). Muchas veces el análisis de la actuali dad económica carece de la necesaria referencia al sentido político, social y humano que lo subyace y, por tanto, a su relación con el resto de la actuali dad. Milton Friedman, cuando se refería a su etapa como columnista de Newsweek, señalaba que una de las lecciones que había aprendido era que las perspectivas desde las que se puede abordar, casi cualquier asunto, son muy numerosas. No exis te eso que podríamos denominar un tema pura mente económico .17 Aunque no haya que trabajar como periodista para darse cuenta de este hecho, sí es cierto que uno de los retos periodísticos más importantes es dar sentido a la economía más allá de su ámbito propio, poniéndola en relación con fi nes humanos y sociales.

En general, el economista analiza la realidad económicamente, como un juego de utilidades en busca del equilibrio más eficiente. Frente a esto, el periodista debe enriquecer su mirada, integrando la actualidad en marcos informativos más comple jos (políticos, sociales, culturales y religiosos), tal como lo han hecho con maestría algunas publica ciones como The Economist y Fortune.

6. Lo grande y lo pequeño (lo oficial y lo real). El carácter abstracto e impersonal de la actualidad eco nómica puede dar la errónea impresión de que la economía, como sistema, funciona de forma mecá nica al margen de la actuación de las personas y sus problemas, y de otros ámbitos, como el social o el político. Actores y sujetos verbales tan improbables como la economía , los mercados , la coyuntura internacional , la industria , etc., parecen ser los responsables de nuestro bienestar. Una manifesta ción concreta de esta situación es la escasa informa ción sobre asuntos económicos poco cuantificables pero relevantes (como la actividad económica no lu crativa): de ellos se carece de la información estadís tica necesaria para el análisis riguroso .

Quizá por la conjunción de todo lo dicho hasta ahora, y por la práctica del periodismo de rutina ,18 el peso de las denominadas fuentes instituciona les es tan grande en este tipo de información. La profesionalización de los emisores institucionales, simbolizada en el creciente peso de las relaciones públicas y la comunicación corporativa, adquiere su despliegue máximo en torno a la información económica. En concreto, tal proceso tiene su ex presión más clara en las noticias sobre negocios y finanzas,19 pero cada vez afecta más a otras, in cluso a aquellas que en principio pueden parecer neutras o desinteresadas (como la actividad de al gunas fuentes expertas y documentales).

Carlos Soria, en el I Congreso de Periodistas de Información Económica, comentaba que el in formador de economía tenía que superar enferme dades como la notitis (la dependencia de lo que se comunica oficialmente), la simulación (la infor mación sobre acciones aparentes presentadas por las fuentes) y la filtrodependencia (la manipula ción de exclusivas por parte de los filtradores).20 Pues bien, esas enfermedades son consecuencia del creciente peso de las fuentes profesionaliza das. Hay que aprender a convivir con ellas, pero también a explotarlas mejor, y superarlas. Para ello, es bueno recordar que muchos profesionales de las relaciones públicas han sido cocineros an tes que frailes ; buena parte, al menos, en las co cinas del periodismo económico.

Conclusiones

La propia naturaleza del conocimiento económi co experimenta tensiones que luego se advierten en el trabajo periodístico. Como apuntó en su mo mento un destacado periodista y economista es tadounidense, Leonard Silk, la economía es una ciencia defectuosa, en el sentido de que trata de desarrollar modelos teóricos con poder predicti vo, pero que no necesariamente explican lo que sucede (muchas veces, ni siquiera lo que sucede rá). Además, sus elevados niveles de abstracción y complejidad dificultan comunicar las aplicacio nes de sus hallazgos.21 De esta forma, a pesar de que cada vez es más relevante la comprensión de las dinámicas económicas, y de que hoy se vive en una cultura intensamente economicista, la ciencia de esta disciplina parece que se aleja más y más de la esfera del conocimiento de los ciuda danos, los políticos y el resto de los agentes socia les. Probablemente, hoy no se podrían repetir las palabras de Paul Samuelson, autor del manual de economía más exitoso del siglo XX: El objetivo de la teoría económica era hacer que el buen pe riodismo económico fuera posible .22

Así pues, también la ciencia económica se de bate continuamente entre la creciente sofistica ción y complejidad de sus modelos, y la exigencia de traducir sus avances a propuestas y esquemas sencillos. Robert Solow ha comentado, a este res pecto: Para cuando una doctrina como el mone tarismo llega a la calle, incluso a Wall Street, es una doctrina mucho más rudimentaria que la teo ría básica que uno puede enseñar a sus alumnos utilizando un libro de texto introductorio de ma croeconomía. Es tan rudimentaria que, para ser justos, habría que decir que se convierte en una doctrina diferente .23

Un periodismo económico que quiera avanzar en el camino de la veracidad, la relevancia, el interés y la comprensión de sus contenidos, tendrá que ha cer frente al compromiso entre simplicidad y rigor.



Notas

1 Parsons, Wayne: The Power of the Financial Press. Journalism and Economic Opinion in Britain and America. Edward Elgar, Aldershot, 1989.

2 Incluso se vieron afectados países como España, que se habían incorporado tardíamente al desarrollo de este sector. Véase: Rubio, Rafael: El boom de la prensa económica , en Información Comercial Española, número 2.218, 1990, pp. 395-398; Coca, César y Díezhandino, M. Pilar: Periodismo económico. Paraninfo, Madrid, 1991, pp. 63-72.

3 Para un análisis detallado de este fenómeno, ver El boom de la economía y de la prensa económica , en Arrese, Ángel: Prensa económica. De la Lloyd s list al wsj.com. Eunsa, Pamplona, 2002, pp. 161-268.

4 Cfr. Arrese, Ángel y Medina, Mercedes: Competition between New and Old Media in Economic and Financial News Markets , en Picard, Robert (editor): Media Firms: Structures, Operations and Performance. Lawrence Erlbaum Associates, Nueva Jersey, 2002, pp. 59-75.

5 Para una excelente síntesis de estos estudios, ver Schuster, Thomas: The Markets and the Media. Business News and Stock Market Movements. Lexington Books, Nueva York, 2006.

6 Weinstein, Michael: Economists and the Media , en Journal of Economic Perspectives. American Economic Association, volúmen 6, número 3, 1992, p. 73.

7 Para una reflexión reciente sobre la simplificación periodística, ver Gómez Mompart, Josep Lluís: Periodistes davant del repte de la complexitat , en Métode. Universidad de Valencia, número 44, 2005, pp. 5-6.

8 Fink, Conrad: Bottom Line Writing. Reporting the Sense of Dollars. Iowa State University Press, Ames, Iowa, 2000, p. 23.

9 Cfr. Kuperman, Jerome et al.: Financial Analysts in the Media: Evolving Roles and Recent Trends , en American Business Review. University of New Haven, junio de 2003, pp. 77-80.

10 Cfr. Fuller, Dan y Stevenson, Doris Geide: Consensus among economists: revisited , en Journal of Economic Education. Indiana University, otoño de 2003, pp. 369-387.

11 Krugman, Paul: The Age of Diminished Expectations. U.S. Economic Policy in the 1990s. The MIT Press, Cambridge, 1994, pp. ix-xi.

12 William J. Eaton, corresponsal en Washington de Los Angeles Times, comentaba hace ya algunos años: Los principales problemas en la cobertura de temas económicos tienen que ver con la capacidad para penetrar en la avalancha de estadísticas, para discernir las tendencias de la coyuntura, e informar de todo ello con el debido énfasis sobre su impacto en la vida de las personas . En Eaton, William J.: Reporters on Economics , en Washington Journalism Review. University of Maryland, julio-agosto de 1980, p. 30.

13 Hazlitt, Henry: Economics in One Lesson. Three Rivers Press, Nueva York, 1962, p. 17.

14 Cfr. Rich, Andrew y Weaver, R. Kent: Think Tanks in the U.S. Media , en Harvard International Journal of Press & Politics. Sage, volúmen 5, número 4, 2000, pp. 81-103; Ruble, Nicholas: Think Tanks: Who s Hot and Who s Not , en The International Economy. Thomson Gale, septiembre- octubre de 2000, pp. 9-16.

15 Ver Javers, Eamon: Op-Eds for Sale , en Business Week, 16 de diciembre de 2005.

16 Thrift, Nigel: It s the romance, not the finance, that makes the business worth pursuing : disclosing a new market culture , en Economy and Society. Routledge, volúmen 30, número 4, 2001, pp. 412-432.

17 Friedman, Milton: An Economist s Protest. Columns in Political Economy. Thomas Horton and Company, Nueva Jersey, 1972, p. ix.

18 Cfr. Ramírez, Txema: Gabinetes de comunicación: de la seducción por la imagen a la obsesión por aparecer , en Zer. Revista de Estudios de Comunicación. Universidad del País Vasco, número 1, diciembre de 1996.

19 Sobre el poder e influencia de las élites especializadas en este tipo de contenidos, ver Davis, Aeron: Public Relations, Business News and the Reproduction of Corporate Elite Power , en Journalism. Sage, volúmen 1, númeo 3, 2000, pp. 282-304; Davis, Aeron: Whither Mass Media and Power? Evidence for a Critical Elite Theory Alternative , en Media, Culture and Society. Sage, volúmen 25, 2003, pp. 669-690.

20 Soria, Carlos: La ética de la información económica , en Ética y problemas del periodismo económico. Actas del I Congreso Nacional de Periodistas de Información Económica. Cámara de Oviedo, Oviedo, 1990, pp. 35-65

21 Cfr. Silk, Leonard: Communicating Economic Ideas and Controversies , en The American Economic Review. American Economic Association, volúmen 76, número 2, 1986, pp. 141-144.

22 Cit. en Solow, Robert M.: Samuelson s Economics at Fifty: Remarks on the Occasion of the Anniversary of Publication , en Journal of Economic Education. Indiana University, otoño de 1999, p. 360.

23 Solow, Robert M.: How economic ideas turn to mush , en Colander, David C. y Coats, Alfred William (editores): The Spread of Economic Ideas. Cambridge University Press, Nueva York, 1989, p. 80.

Fuente: Facultad de Comunicaciones, Pontificia Universidad Autónoma de Chile. Cuadernos de información número 19. Ver original aquí
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