miércoles, 15 de septiembre de 2010

Baja competitividad, alta incompetencia

CREDITO: Enrique Campos Suárez

No puede ser que la competitividad de este país esté en pleno derrumbe y lo que obtengamos es la descalificación del gobierno, el desprecio del Congreso y la ignorancia de la opinión pública ante esto.

La reacción gubernamental fue a denostar el resultado del índice de competitividad que publicó el Foro Económico Mundial. El argumento es que se basa en encuestas y por lo tanto, no hay una base de medición comprobable.

Los legisladores simplemente lo dejaron pasar. Son cifras que no se adaptan a su mundo y si la realidad no se adapta a ellos, peor por la realidad. Ellos, diputados y senadores, están muy ocupados cambiando un punto del IVA por votos o adornando viejas propuestas laborales con el tema de moda de los ninis.

Y para la mayoría de la población resulta algo intangible eso de la productividad, porque no suena a pesos y centavos. Y porque estamos muy ocupados con las historias secretas de La Barbie, o expectantes al show del Bicentenario.

Pero lo que esta medición nos quiere decir es mucho y tiene que ver con las oportunidades que México está perdiendo todos los días de ser un país de vanguardia.

Porque en el desglose de esta medición nos encontramos con muchas realidades. La primera es que la base que tiene el país para despegar es privilegiada comparada con otras naciones.

Pero, al mismo tiempo, los cambios pendientes en este país son un lastre que hunde a la economía mexicana de forma constante y a veces parece que de manera imparable.

Por ejemplo, por tamaño de mercado México está en el lugar 12 de esta lista de 139 países.

El lugar general de nuestro país es el 66, seis posiciones menos que en la medición del año anterior.

Si se miden los requerimientos básicos, México está justo en el lugar 66, mientras que Brasil está en el lugar 86. Pero al momento de medir la innovación y la sofisticación de los factores de producción nuestro país se va al lugar 69, mientras que los brasileños han logrado el lugar 38. O sea, no tienen tanto, pero están haciendo la tarea.

Si para medir la infraestructura de un país se tomaran en cuenta los anuncios espectaculares de su construcción, seguro que entre los planes carreteros fantásticos de la administración de Felipe Calderón y los mega túneles de Santa Fe a Reforma de Ebrard, estaríamos en mejor lugar que Finlandia.

Pero como lo que cuenta es lo que existe, México está en el lugar 75 en ese rubro y en el lugar 70 de servicios de salud y educación. Y no sólo es cuestión de cobertura, sino también de calidad de la atención.

Un eje básico de esta desgracia nacional está en la calidad de sus instituciones. Y si el lugar 66 nos parece bajo, hay que ver a las instituciones mexicanas en el lugar 106 del mundo. Vamos, Zimbawe, ese país que se hizo famoso por su inflación de 1 millón por ciento, está en mejor lugar que el nuestro en cuanto a la calidad de las instituciones.

La eficacia del mercado laboral es el colmo de las improductividades nacionales. En ese rubro México está ubicado en el lugar 120 de 139. Y aquí hace falta tan sólo modernizar el marco legal. Algo que ya está propuesto al Congreso desde hace años con propuestas individuales y desde hace meses con una propuesta articulada.

Bueno, hasta en el desarrollo del mercado financiero, donde creemos que México tiene un grado más elevado, estamos en la posición 96.

En fin que los indicadores que contiene el reporte del Foro Económico Mundial reflejan muy bien la realidad de una nación que ha decidido desperdiciar todas y cada una de las oportunidades que se le han presentado para sobresalir.

Porque no en todos los rubros hay una caída de México.
En muchos de ellos lo que sucede es que todos los demás competidores se han superado.

En resumen, más que baja competitividad es una alta incompetencia de los que no quieren ni ver ni escuchar ni hablar sobre la realidad que azota a este país.

El mejor regalo del Bicentenario para el país era un cambio radical en la forma de conducirlo. Pero no, para ello se necesitaría mentes y gobernantes de niveles muy superiores al sótano en el que nos encontramos.

ecampos@eleconomista.com.mx

La eficacia del mercado laboral también está en los últimos lugares y cada día quedamos más atrás.

Fuente: El economista. Ver original aquí

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