sábado, 17 de octubre de 2015

Las industrias del futuro

Por Héctor Farina Ojeda 

Uno de los sectores con más auge y con más proyección en la economía mexicana es el de la industria aeroespacial. Con un incremento del 15 por ciento anual en las exportaciones de 2006 a 2014, con la generación de 45 mil empleos especializados en el sector y con un enorme poder de atracción para las inversiones extranjeras, esta industria está marcando pauta de cómo crecer e innovar en medio de una economía estancada. Solamente en 2014 el monto de las exportaciones fue de 6.3 mil millones de dólares, en tanto se espera que en 2015 la cifra supere los 7 mil millones de dólares, según datos de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA). 

Los buenos resultados en el sector son referenciales, a tal punto que en Chihuahua lo consideran como un caso de éxito nacional: inversiones millonarias, radicación de importantes empresas aeroespaciales, más de 45 plantas de manufactura y más de 15 mil empleos directos en este estado hablan claramente del crecimiento de la industria. Las inversiones fluyen, las exportaciones se incrementan y se generan empleos especializados directos e indirectos. Esto es lo que se espera de cualquier sector económico, aunque en el contexto actual lo aeroespacial es un ejemplo de contracorriente. 

Pero no sólo es un ejemplo interno sino que los logros trascienden al gran mercado: las exportaciones de productos aeronáuticos de México a Estados Unidos superan a países como Brasil, China e Israel. En tanto, de acuerdo con la FEMIA, el ritmo de crecimiento de las exportaciones mexicanas es superior a países como Singapur e India. Sólo este último dato basta para pintar la magnitud de la industria: por encima de los grandes referentes de la innovación, de la ciencia y la tecnología, que no sólo cuentan con empresas de vanguardia sino que invierten mucho más en la generación y aplicación de conocimiento. 

Los números de la industria aeroespacial de México representan una provocación para todos los sectores que se han estancado y requieren un cambio. Estamos ante un giro obligado hacia la economía del conocimiento y hacia las industrias innovadoras basadas en ideas y conocimiento aplicado, por lo que tenemos que pensar rápido y actuar con precisión para construir una economía más visionaria y más justa. Las industrias del futuro dependen de las buenas ideas, la buena preparación y la capacidad de aplicar conocimiento para proponer soluciones originales. 

Y algo que debe quedarnos claro es que innovar e inventar no son una cuestión de genios aislados en algún laboratorio, sino que el trabajo colaborativo, compartir ideas y experimentos están revolucionando muchos sectores de la industria y los servicios. La ética hacker y la revolución informática, el movimiento maker y las impresoras 3D, los drones comerciales, las aplicaciones que facilitan la vida desde un teléfono y el impresionante futuro que nos espera con “el Internet de las cosas” son ejemplos de que más allá de la crisis de la economía tradicional, hay mucho auge, mucha riqueza y mucho mundo por construir.


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