jueves, 6 de mayo de 2010

Un momento de imaginación: en vías de formar al periodista económico

Andrea Preciado

Después de algunas horas de curso en la materia de Periodismo Económico y Financiero, me doy cuenta de que en éste ámbito, son muchas las técnicas que se deben tomar para que, como periodista pueda contar una historia entendible, importante y de interés general y, aunado a lo anterior: evitar caer en el simplismo.

Gran parte de nuestro nuevo entorno se plasma en el factor económico. Economía digital, economía de la información y la comunicación, economía del conocimiento…

De acuerdo con Dominique Wolton, las nuevas formas de comunicación transforman la vida económica en las empresas y obligan a repensar los modos de regulación pública; estas innovaciones repercuten en la cotidianidad ciudadana sin distinción y clasificación alguna. Estamos pues, ante un área de especialización periodística, cuyos contenidos influyen en los criterios que han de formarse en la sociedad.

Especialización porque la información económica puede ser tipo periodística o tipo económica o bien mixta. Pero, ¿a quién se le ocurrió que la economía debía ser compleja?, ¿que para contarla es necesario formular análisis minuciosos que debatan sobre lo que puede sostener y entender un economista frente a un periodista? Al final de cuentas, considero, que la economía, no es un asunto nuevo que conlleve un progresivo aumento de interés por parte del público y se convierta así en un incremento de oferta y demanda de la información en este rubro, sino que desde siempre ha existido este sistema cambiario.

Otra sería la cuestión si no existiera un antes y un después entre Aristóteles, Adam Smith y quizá John Locke, Edmundo Burke y David Ricardo. Conjugar a estos pensadores en una misma época. ¿Qué sería del Periodismo Económico en este contexto? Por un lado, de Aristóteles tendríamos la retórica comunicacional como la búsqueda de todos los medios posibles de fascinación por la palabra y por el otro, el nacimiento de la Economía como factor de estudio y desarrollo social propuesto por Smith. Tal vez el periodismo se regiría por sí solo, se podrían ofrecer nuevas vías de formación profesional sin especialización, o no existiría el debate en las empresas mediáticas al decidir quién es el mejor postor (periodista- economista) para tratar el exigente tema económico.

Pero basta de divagar. La realidad es distinta; ahora la apuesta va para especializar al profesional del periodismo, en quien recae la máxima responsabilidad de profundizar en asuntos complejos de total o medio desconocimiento económico. Por tanto, concluyo: de nuevo estamos ante dos perspectivas: que un periodista económico es primero “periodista”, donde su deber ser, radica en ofrecer productos, oportunos, objetivos y de calidad; en segundo término es “económico” y debe, en este ambiente, orientar a la sociedad hacia un ambiente de confianza que satisfaga las necesidades de información.

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