Por Alejandra Pedroza Marchena
Justo termina la clase, la maestra toma sus cosas y se despide. En la puerta del aula el siguiente profesor está por entrar. Sobre el pizarrón se dibujan los temas revisados: narrativa periodística, estrategias de redacción, y demás. Los alumnos encantados con lo que acaban de analizar esperan mientras digieren los contenidos y saborean sus opiniones: estudian periodismo. Entra el profesor en turno y desde el frente enlista los conceptos a revisar esa clase: porcentajes, incremento, decrecimiento, precios… El encanto se apaga.
Los ánimos decayeron en ese salón y muchos de los estudiantes no entienden por qué. Lo único que conciben son esas desganas a los términos que el profesor plantea y lo abrumador de la dureza de los números. La clase del momento es Periodismo Económico y, de pronto, gran parte de los alumnos cometen una huída mental.
¿Qué pasa con muchos periodistas (y aspirantes a serlo) que al tratar vertientes económicas y financieras aparece una especie de repulsión automática? ¿Casualidad que a varios les suceda esto? La respuesta es sencilla: quienes nos formamos en periodismo portamos una tendencia a temas sociales y buscamos desembocarlos a través de letras. Nuestra perspectiva es conceptual y en el momento en que se nos presentan temáticas económicas, regidas por números, se transgrede la visión descriptiva que tenemos del entorno. Nos cuesta analizar con cifras.
Sin embargo, no todo tópico económico se tutela estrictamente de números. Las sociedades emergen y se desarrollan a través del intercambio de bienes, la economía entonces está intrínsicamente ligada a la vida de una sociedad y más, se filtra en todos los campos de nuestra vida cotidiana.
En ese sentido, se puede hacer un retrato de la realidad, desde sectores diversos bajo la óptica económica. Es posible hablar de cultura, ambiente, educación, ciudadanía y demás enfoques periodísticos sin hacer a un lado la economía. O más bien, ejercer el periodismo económico con una fórmula en donde se combinen visiones humanas o cuales quieran que nos apasionen. Porque para todo habrá datos y cifras que nos den abasto.
Además de su presencia rutinaria, la economía tiene matices universales. Esto debido a que todos los países vivimos los mismos fenómenos económicos (aunque en niveles distintos) y en ocasiones son compartidos (me refiero a tratados, comercializaciones, etc), lo que nos lleva a un vínculo entre naciones. Como periodistas, es pertinente aprovecharnos de estas ventajas, exprimir los datos concretos que nos brinda sobre fenómenos sociales y así mejorar la información obtenida.
Finalmente, para que esta nueva fórmula de explotar la economía en combinación con los temas que nos interesan sea vigente, es preciso comenzar desde las aulas de los periodistas en construcción, donde se forje la idea de una economía al margen de los prejuicios de la hostilidad de los números.
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