Por Héctor Farina Ojeda
El respaldo del empresario Carlos Slim a los proyectos del presidente Andrés Manuel López Obrador puede entenderse como un guiño o señal hacia la iniciativa privada: si yo invierto, ustedes también deberían hacerlo. En un momento en el que la palabra más invocada en economía es “confianza”, que el hombre más rico de México y uno de los más ricos del mundo aparezca ante las cámaras a decir que confía en los proyectos del gobierno es más que significativo. Y no solamente se quedó ahí sino que pronosticó una mayor actividad económica en 2020 y hasta le dio la razón al presidente en cuanto a que el crecimiento no es lo más importante.
Con sus contradicciones, Slim restó importancia al crecimiento -ahora que los datos reflejan una economía estancanda- pero se mostró confiado en que hay grandes posibilidades de lograr dicho crecimiento, para lo cual falta invertir en forma masiva para generar actividad económica y empleo. "Eso es lo que como señala el presidente, se está trabajando, en el momento en que se eche a andar ese programa de inversión muy importante, las cosas serán muy diferentes”, dijo el empresario.
En un contexto complicado, en el cual no sólo cerró el primer semestre del año con crecimiento cero sino que los pronósticos para el siguiente año tampoco son favorables, la recuperación de la confianza es vital para lograr el giro de timón que impulse a la economía. La cancelación de las obras del aeropuerto en Texcoco, los problemas para que dichas obras se realicen en Santa Lucía, las trabas para el arranque de las obras en la refinería de Dos Bocas, así como la lentitud en la proyección del Tren Maya han profundizado la falta de confianza de los empresarios, quienes están deteniendo las inversiones debido a sus temores.
Frente a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y ante la prolongación de la ratificación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), la intención del gobierno de López Obrador es lograr que los inversionistas rompan sus temores y comiencen a soltar el capital. El apoyo de Slim es clave para eso. No sólo porque sus inversiones, siendo el más rico de México, son una señal clara de que hacer negocios en el país es rentable y seguro, sino porque pueden convertirse en la referencia que otros empresarios terminen por imitar.
El reto grande es claro: recuperar la confianza y hacer que detonen las inversiones. Habrá que ver cuánto invierte el mismo Slim, en qué campos y qué mensajes envía con dichas inversiones. Esto debe sumarse a los 485 mil millones de pesos que invertirá el Gobierno en los próximos meses. Si se logra hacer que los empresarios acompañen la iniciativa, podemos pensar en el fortalecimiento del mercado interno y la recuperación de la economía a pesar de las adversidades internacionales. Si no se convence, seguramente seguirá la incertidumbre y con ello la tendencia al estancamiento.
No es sólo cuestión de dinero sino de apostar por el desarrollo de un país. Así como pedimos empleos de calidad, también deberíamos esperar inversiones de calidad. El resto vendrá por añadidura.
Publicado en El Sol de Puebla